Policía, monitor, profesor, maestro… ¿Formador, Preceptor?
Situación: un fin de semana; disfrutábamos de una convivencia con chicos de 1º ESO (12 años). El adulto responsable era yo: a la sazón, su preceptor (ni policía, ni padre, ni profesor…).
Me viene Pablo (nombres ficticios):
– Aslanfirst, ¿puedo contarte un secreto?
– Claro, Pablo.
– Hoy he fumado…
Cara de normalidad:
– Hombre, gracias por confiar en mí y contarme tu «machada» (por dentro: – Dios mío, qué hago..?)
– Hemos fumado todos… ¿Podemos fumar otra vez ahora?
– Pero, ¿desde cuando fumáis? Respondo, preguntando en defensa, y aturdido…
– Pepe, en el cole desde hace un mes. Nosotros hemos empezado hoy.
Pienso: que me lo digan es un gran paso; si no lo harían a mi espalda y estarían todo el día de escuchitas. Si se lo prohíbo lo encontrarán tremendamente atractivo y no les animara a dejarlo…
– ¿Qué dirán vuestros padres?
– Nada, no se lo diremos… además mi madre fuma; y mi padre (dice otro); otro más: mis hermanos y mi hermana también: les diré que me han enseñado ellos.
– Vale: fumad, pero fuera de la casa.
No sabía dónde me estaba metiendo (Continúa la anécdota…)
Mientras lo hacían les fui repasando todos los efectos del tabaquismo: aceleración de enfermedades cancerígenas, propensión a las cardiovasculares, pédida del apetito, pérdida del sabor, falta de aliento al correr o subir las escaleras… engancharse, imposibilidad de controlar la cantidad que uno fuma, que es carísimo…
Seguían disfrutando del pitillito después de la comida…
– Aslanfirst, ¿nos puedes comprar un paquete de tabaco? Se nos ha acabado el tabaco (lo habían sustraído de casa..)
Noté una sensación curiosa: como de sangre cayendo lentamente resbalando por mi sién.
– Claro, ¿cómo no?
Fuimos a un bar y pusieron dinero entre todos. Después de darles el paquete, lo repartieron a la salida.
– ¿Adónde váis a esconderlo? Ya sabéis que Mamá es experta en encontrar escondrijos… Además el tabaco huele a la legua. Y si s os olvida, seguro que aparecen los filtros flotando en la lavadora: qué vais a explicar…?
Pasamos frente a un restaurante: un hombre fumaba fuera. Le pregunto dente de los niños:
– ¿Qué hace usted ahí?
– ¿que qué hago? El destierro del fumador; si es que no me dajan vivir, ni mi mujer ni mis hijos…
– Pues estos quieren empezar a fumar hoy…
– Ni lo penséis… lo quiero dejar no puedo, y podía vivir hasta los 85 y sé que no llega a los 75…
Dejamos al desterrado y continuamos en silencio.
Es Paco, el cabecilla que dice:
– Me fumo estos que ya he pagado y luego lo dejo para siempre…
– Yo también lo voy dejar… Y yo…. así todos…
– Oye, si vais a dejar de fumar ¿me podéis vender vuestro paquete de tabaco?
Y les pagué el precio del paquete y decidieron que ya no querían empezar a fumar, para mi paz y su salud.
Aslanfirst