No preocuparse de las cosas que nos llaman la atención sino poner nuestro deseo en lo mejor. No de mala gana, ni por necesidad, sino por propia convicción, has de fomentar el deseo de lo que es bueno. El Señor nos quiere virtuosos pero por propia determinación, no por fuerza. (…) Así son los santos. Se ofrecen a Dios por propia determinación. Tú también muestra que te hallas en perfecta disposición, con deseos de subir hasta lo mejor.

(S. Gregorio de Nisa, Comentario al cantar de los cantares, Homilía 5, Roca firme)