En cierta ocasión, un hombre caminaba por la playa en una noche de luna llena.
Iba pensando de esta forma: Si tuviera un coche nuevo, sería feliz. Si tuviera una casa grande, sería feliz. Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz. Si tuviera una mujer perfecta, sería feliz…….
De repente se encontró una bolsita llena de piedras. Al rato comenzó a arrojar las piedrecitas una por una al mar cada vez que decía: Si tuviera un coche nuevo, sería feliz. Si tuviera una casa grande, sería feliz. Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz. Si tuviera una mujer perfecta, sería feliz…….
Así lo hizo hasta que solamente quedó una piedrecita en la bolsita, que decidió guardar.
Al llegar a su casa percibió que aquella piedra era en realidad un diamante muy valioso.
¿Te imaginas cuántos diamantes arrojó al mar sin detenerse a pensar?
Así son las personas: arrojan sus preciosos tesoros por estar esperando lo que creen perfecto o soñando y deseando lo que no tienen, sin darle valor a lo que tienen cerca de ellas. Si mirasen alrededor, deteniéndose a observar, percibirían lo afortunadas que son. Muy cerca de sí está su felicidad.
Cada piedrecita debe ser observada, ya que puede ser un diamante valioso.
Cada uno de nuestros días puede ser considerado un diamante precioso, valioso e insustituible.
Depende de cada uno aprovecharlo o lanzarlo al mar del olvido para jamás recuperarlo.
¿Y tú como estás lanzando tus piedrecitas? que pueden ser amores, amigos, trabajo, e inclusive tus mismos sueños…
«El mundo está en las manos de aquellos que tienen el valor de soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños.» (Paulo Coelho).