Para tratar de motivar a sus alumnos que se mostraban apáticos en clase, un profesor tomó una jarra de vidrio, de boca ancha y la puso sobre la mesa frente a él. Luego sacó una docena de rocas del tamaño de un puño y empezó a colocarlas una por una en la jarra. Cuando la jarra estaba llena hasta el tope y no cabían más piedras, preguntó:
– ¿Está llena esta jarra?
Entonces preguntó:
– ¿Están seguros?
Y sacó de debajo de la mesa un balde con piedras más pequeñas. Echó unas cuantas de esas piedras en la jarra y la sacudió haciendo que las piedras pequeñas se acomodaran en el espacio vacío entre las grandes. Cuando terminó, preguntó una vez más:
– ¿Está llena esta jarra?
Esta vez el auditorio ya suponía lo que vendría y uno de los alumnos dijo en voz alta:
– Probablemente no.
Continuó el profesor:
– Muy bien.
Y sacó de debajo de la mesa un balde lleno de arena y empezó a echarlo en la jarra. La arena se acomodó en el espacio entre las piedras grandes y las pequeñas. Una vez más preguntó al grupo:
– ¿Está llena esta jarra?
Esta vez varias personas respondieron a coro:
– ¡No!
Una vez más el profesor dijo:
– Muy bien.
Luego sacó un balde lleno de agua y echó agua dentro de la jarra hasta llegar al borde mismo. Cuando terminó, miró al auditorio y preguntó:
– ¿Cuál creen que es la enseñanza de esta pequeña demostración?
Uno de los alumnos levantó la mano y dijo:
– La enseñanza es que no importa lo lleno que estés de actividades, ya que si de verdad te lo propones, siempre podrás hacer más cosas.
Replicó el profesor:
– No. Lo que esta demostración nos enseña es lo siguiente: Si no pones las piedras grandes primero, va a ser difícil colocarlas más tarde.
-¿Cuáles son las piedras grandes en tu vida?
– ¿Tus relaciones con Dios?
– ¿Acatar los dictados de tu conciencia?
– ¿Tu familia?
– ¿Estudiar para prepararte mejor (y no sólo para pasar los exámenes)?
– ¿Terminar la tesis y graduarte?
– ¿Trabajar no solamente para ganarte la vida?
– ¿Apoyar alguna causa social, política o religiosa?
– ¿Ayudar a tu país?
– ¿Enseñar a los demás?
Finalmente concluyó el profesor:
– Recuerda poner estas piedras grandes primero, o luego no encontrarás un lugar para ellas. Así que hoy en la noche o mañana al despertar, cuando te acuerdes de esta pequeña anécdota, pregúntate a tí mismo cuáles son las piedras grandes en tu vida y corre a ponerlas de primero en tu jarra.
Mientras todos reflexionaban sobre lo que dijo el profesor, un estudiante tomó el frasco que todos consideraban totalmente lleno y procedió a vaciar una lata de cerveza dentro del mismo. Por supuesto la cerveza rellenó los intersticios sobrantes dentro del frasco y verdaderamente dejó el frasco -ahora sí- totalmente lleno.
– ¿Y la moraleja?
Preguntó el asombrado profesor.
– Pues no importa cuan llena esté tu vida, ¡siempre queda espacio para una birra!