La objetividad está reñida con la falta de fortaleza (pusilanimidad).
Cuentan que un alumno llegó a su tutora y le dijo: voy a dejar los estudios.
Voy a entrenarme para ser corredor de marathón.
La profesora le preguntó cómo había llegado a esa decisión.
El alumno explico que unos días antes él y unos amigos se habían estado bañando en una charca de riego. Es bueno notar que está prohibido bañarse allí, por que no tiene escaleras.
Allí nadaban cuando apareció el labriego propietario de la balsa. Al verlo estos huyeron precipitadamente, cogiendo la ropa como pudieron. Al no estar calzados, aunque el labriego era ya veterano, los alcanzó pronto.
Y en ese momento tomó la decisión de entrenarse para el marathón…
La Tutora, pensativa, le preguntó:
¿No sería más fácil pagar el billete para una piscina pública? La solución que estás tomando no ataja el problema.