Me contaba un amigo de su tía, que padece demencia senil incipiente.
Con el tiempo y la enfermedad (y la falta de lucha desde joven) se le ha agriado el carácter. Y está sola, aunque es rica.
Pero como no se fía de nadie, su sobrino (sacerdote con una paga de risa) le tiene que pagar su manutención, le visita y le cuida. Y dice de ella, al verla tan sola: «ES TAN POBRE QUE SÓLO TIENE DINERO».