Querido sobrino,
Es difícil creer que ya no estás con nosotros. Cada día sigo esperando escuchar tu risa y ver tu sonrisa, pero ese momento nunca volverá. Aunque duele mucho perderte, quiero que sepas que eres y siempre serás una parte importante de mi vida y de la vida de todos los que te amamos.
Recuerdo con cariño los momentos que pasamos juntos, desde los paseos en bicicleta hasta las tardes de juegos en el jardín. Eres un niño lleno de energía y de alegría, y siempre hacías que todos a tu alrededor se sintieran bien. Tu risa era contagiosa y tu corazón era un reflejo del amor que tú mismo recibías.
Ahora estás en el cielo, rodeado de paz y amor eterno. Espero que estés sonriendo y sintiéndote libre. Sé que aún estás cuidándonos y bendiciéndonos desde allí arriba.
Aunque no puedo estar contigo físicamente, mi amor por ti siempre será fuerte y eterno. Siempre tendrás un lugar especial en mi corazón y en la memoria de todos los que te conocieron.
Con amor y tristeza.