“Agarrémonos fuertemente a las manos de la Virgen. Si Ella nos lleva, tendremos la seguridad de que no nos apartaremos nunca de la voluntad de Dios: la cumpliremos con el rendimiento de la inteligencia y de la voluntad; seremos así buenos hijos de Dios, dóciles a lo que la gracia nos vaya pidiendo, tanto en los momentos de entusiasmo como en aquellos en los que, por cualquier circunstancia, se nos pueda hacer cuesta arriba el camino”.
San Josemaría