Había una vez un pequeño pueblo llamado Salem en el que vivían muchas personas amables y trabajadoras. Sin embargo, había algo extraño en el aire, algo que hacía que los niños tuvieran miedo de salir de sus casas después de oscurecer.
Se decía que había un espíritu malvado que vivía en el bosque cerca del pueblo, y que se aparecía a los niños que se atrevían a entrar en él. Los niños hablaban de una figura con ropa negra y una capucha, que siempre estaba en silencio y los miraba con unos ojos rojos y brillantes.
Un día, un grupo de valientes niños decidieron investigar el bosque para ver si era cierto o no. Convocaron a sus amigos más valientes y juntos se adentraron en el bosque.
Caminaron durante horas, buscando algo extraño, pero no encontraron nada. Estaban a punto de darse por vencidos cuando de repente, escucharon un ruido detrás de un árbol. Los niños se asustaron y comenzaron a correr, pero uno de ellos, el más valiente, decidió quedarse y ver qué era.
Al acercarse al árbol, descubrió que el ruido venía de un pájaro que había construido su nido allí. Los niños se rieron aliviados y se dieron cuenta de que su miedo había sido infundado. Aprendieron que a veces nuestra imaginación puede jugar malas pasadas y que debemos tener el valor de enfrentar nuestros miedos.