La Lengua hablada y escrita pude ser utilizada para expresar la realidad o para hacerla un instrumento transmisor de ideologías.
Os proponemos el ejemplo de la instrumentalización de la lengua con fines ideológicos.
Este es el caso del uso de los participios activos acabados en -nte, y la agramatical utilización de variantes femeninas del tipo presidente-presidenta.
He aquí una explicación de por qué el español tiene esa regla y el torcerla es puro feminismo morfológico…
[…] En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales.
El participio activo del verbo atacar es «atacante»; el de salir es «saliente»; el de cantar es «cantante» y el de existir, «existente»…
¿Cuál es el del verbo ser?
Es «el ente», que significa «el que tiene entidad», en definitiva «el que es».
Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación «-nte». Así, al que preside, se le llama «presidente» y nunca «presidenta», independientemente del género (masculino o femenino) el que realiza la acción.
De manera análoga, se dice «capilla ardiente», no «ardienta»; se dice «estudiante», no «estudianta»; se dice «independiente» y no «independienta»; «paciente», no “pacienta»; «dirigente», no «dirigenta»; «residente», o «residenta”.
Y ahora, la pregunta del millón: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son «periodistos»), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española ?
Creo que por las dos razones.
Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores) […]