A finales de noviembre de 1887 (60 días antes de la muerte del Santo) fue a visitarlo su apreciadísimo amigo y discípulo, el Padre Lemoyne (el que después escribió 10 volúmenes de la Vida de Don Bosco, las Memorias Biográficas) y el Santo le dijo: – Anoche tuve un sueño.
– Llámele más bien una visión, le dijo el Padre Lemoyne.
– Como tú quieras. ¡Oh qué bueno es con nosotros Nuestro Señor! – ¿Y qué ha sabido en ese sueño? – Vi y oí lo que hay que decirles a los jóvenes acerca de lo que deben hacer y evitar para conservar la santa virtud de la pureza o castidad, y los graves daños y males que les llegan a los que pecan contra la virtud de la pureza. Se me dijo que muchos que comenten impurezas, mueren cuando menos lo piensan, y son castigados. Que los vicios impuros atraen muchas muertes. Y creo que estas enseñanzas acerca de la pureza y de los peligros que hay en perderla, podrán ser de gran provecho para los que desean conservarla o volverla a conseguir.
Nota: Desafortunadamente el Padre Lemoyne vio a Don Bosco muy fatigado y creyendo que no se iba a morir pronto le dijo: – Padre, lo veo cansado. Si quiere me cuenta después detalladamente lo que le dijeron en este sueño y yo lo escribiré.
Pero pocos días después ya el Santo se agravó y no se lograron saber más detalles de este sueño.
Para alguno que tenga interés en saber muchos datos y detalles de gran importancia acerca de la pureza o castidad, le recomendamos conseguir y leer el impresionante libro titulado: “La castidad, avisos para defenderla”. Su lectura puede hacer un gran bien.