“Empezaba el día con una jaculatoria. Para manifestar su disposición de servicio, tan pronto le llamaban se arrodillaba en el suelo, y lo besaba diciendo: Serviam! A continuación se hacía el signo de la cruz en la frente, en los labios y en el pecho, mientras recitaba una corta oración: «Todos mis pensamientos, todas mis palabras, y las obras todas de este día, te las ofrezco, Señor, y mi vida entera por amor”