Deseo de saber, tan propio al hombre,
con años de cuidado y diligencia
me ha tenido por una y otra ciencia
buscando fama y adquiriendo nombre.
¿Mas quién habrá, Señor, que no se asombre
de ver turbar la ciencia en tu presencia
de tantos que por física excelencia
quieren que el mundo los estime y nombre?
¡Qué necio en ciencias vanas me divierto!
Que, si los ojos a tu cruz levanto,
eres el arte más seguro y cierto.
¿Pero cómo, clavado, enseñas tanto?
Debe de ser que siempre estás abierto,
¡oh Cristo, oh ciencia eterna, oh libro santo!
(Lope de Vega)