«Oh mi Dios, mi vida entera ha sido un conjunto de misericordias y bendiciones que has dispensado a quien es el más indigno de recibirlas. No me hace falta fe, he tenido ya una larga experiencia de tus providencias hacia mí. Año tras año, Tú has cargado conmigo, has removido los peligros de mi camino. Me has conducido, recuperado en mi cansancio, refrescado, sustentado, dirigido… ¡Oh Señor, no me abandones cuando fallen mis fuerzas, aunque sé que nunca me abandonas! (…)».