«Dios no fracasa. O, más exactamente: al inicio Dios fracasa siempre, deja actuar la libertad del hombre, y esta dice continuamente «no». Pero la creatividad de Dios, la fuerza creadora de su amor, es más grande que el «no» humano. A cada «no» humano se abre una nueva dimensión de su amor, y él encuentra un camino nuevo, mayor, para realizar su «sí» al hombre, a su historia y a la creación.»