En febrero de 1878 Don Bosco redactó el siguiente mensaje y lo envió al Papa León XIII, por medio del Cardenal Bartolini.
Le escribe un pobre siervo del Señor que ya antes envió algunos mensajes al Santo Padre Pío IX.
He oído una voz que decía: – Es necesario buscar las vocaciones para el sacerdocio no tanto entre los ricos que viven llenos de comodidades, sino sobre todo entre los que trabajan en el campo y entre los pobres de las ciudades, y no mirar en edad o en clase social. Reunirlos y prepararlos bien para que logren en el sacerdocio conseguir muchos frutos espirituales.
Hay religiosos dispersos por las persecuciones. Conviene reunirlos y si no es posible formar con ellos muchas casas, que por lo menos se formen unas pocas pero cumpliendo bien sus reglamentos.
Personas que viven en el mundo, si se dan cuenta de que los religiosos cumplen exactamente sus reglamentos y llevan una vida Santa, sentirán interés y atracción por la vida religiosa y entrarán a las comunidades.
Las comunidades religiosas fundadas últimamente están más apropiadas para los tiempos modernos. La gente de ahora desprecia bastante a los que solo rezan, pero aprecia mucho a los que no solo rezan bastante sino que trabajan fuertemente. Por eso las comunidades nuevas deben ser apoyadas y favorecidas por aquellos que el Espíritu Santo ha colocado como jefes de su Iglesia.
Se recomienda pues: trabajar mucho por conseguir vocaciones.
Insistir a los religiosos en la observancia de sus reglamentos.
Favorecer y apoyar a las comunidades nuevas y a los institutos religiosos que ayudan a las misiones extranjeras.