En el cielo, tu esencia florece, en el susurro del viento, en el brillo de las estrellas. Madre querida, en la eternidad reposas, tu amor perdura, como un río que no se detiene.
Tus brazos cálidos y abrazos tiernos, acariciaron mi alma, guiaron mis sueños. En cada sonrisa, en cada gesto de bondad, reside tu legado, una dulce eternidad.
Tu ausencia pesa, pero en el corazón, vives, madre, con amor y devoción. En la quietud de la noche, en el amanecer, tu recuerdo brillante, siempre va a prevalecer.
En el jardín de memorias, tu amor florece, como un ramo de flores, hermoso y perenne. Aunque distantes en la realidad, en mi alma, cerca estás, en la eternidad.
Madre amada, tu luz ilumina mi sendero, guía en la oscuridad, consuelo verdadero. Aunque el tiempo nos separa, unidos estamos, tu amor, tu esencia, para siempre quedan.
Descansa en paz, en el cielo sereno, mi querida madre, tu amor es mi eterno alimento. En cada latido, en cada aliento, vive tu legado, tu amor, mi mayor sustento.