Llegamos a un extenso campo y el desconocido me dijo: – Ahora vas a ver lo que espera a la Comunidad Salesiana.
Me hizo subir a una altísima roca y desde allí logré ver una llanura tan grande como nunca me había imaginado que pudiera haber algo tan inmenso. Parecía que desde allí se veía toda la tierra.
Y aparecieron allí personas de todos los colores y razas y con vestimentas de los más diversos países de la tierra. Allí cerca de mí había salesianos que conducían enormes grupos de muchachos italianos. Los logré reconocer. Luego hacia el sur vi muchos salesianos de Sicilia y del África dirigiendo grandes multitudes de jóvenes. Miré hacia el oriente y vi muchos jóvenes del Asia conducidos por los salesianos. A los salesianos de la primera fila los conocía. Los demás me eran desconocidos. Miré hacia el norte y hacia el occidente y por todos lados, enormes grupos de muchachos marchaban dirigidos por los salesianos.
Y el personaje me explicó: – Este es el campo inmenso que espera a los salesianos. Un campo sin lmites espera a tus discípulos. Has visto a unos que conoces y a otros que no te son conocidos. Eso significa que los salesianos trabajarán por las almas en este siglo, en el siglo siguiente y en los siglos futuros. Pero con una condición: para conseguir estos éxitos que has visto se necesita que tengan estas palabras como su lema, como su palabra de orden, como si distintivo. Las palabras son: El trabajo y la templanza han florecer la Congregación Salesiana. Estas palabras hay que explicárselas, hay que repetírselas muchas veces y hasta escribir algún librito que explique el significado de esas dos palabras. Es necesario tratar de convencerlos de que el trabajo y la templanza son la herencia que le dejas a la Congregación, y al mismo tiempo su gloria.
Templanza es dominarse a sí mismo: ser sobrio y mortificado en el comer, en el beber, en el dormir y en el descansar. Es cumplir aquello que dijo Jesús: “Quien desea ser mi discípulo que se niegue a sí mismo, que se domine a sí mismo”).
Yo le respondí: – Estoy muy de acuerdo con todo esto. Es lo que recomiendo a mis discípulos día tras día y siempre que se me presenta la ocasión.
Y la voz siguió diciéndome: – Hay que decirles con toda claridad que mientras cumplan estos dos lemas: Trabajo y Templanza (estar siempre muy ocupados y saber mortificar sus sentidos y sus pasiones) tendrán seguidores al norte y al sur, al oriente y al occidente. Que cada uno se proponga ser un modelo en esto. Que cumplan lo que recomienda el apóstol: “Sean sobrios y estén atentos y vigilantes, por que el enemigo, el diablo, da vueltas como león rugiente, buscando a quién devorar” (San Pedro 5,8).
El dominar los sentidos y la sensualidad es el paso número uno para obtener personalidad.