“Al tomar posesión de mi primera escuela, en una aldea de la campiña cordobesa, las niñas me esperaban con impaciencia. Al verme llegar se apresuraron:
-Maestra, la Elena es muy mala, y la otra maestra la tenía apuntada en la lista del cuaderno, y su sitio es el rincón, y su padre le pega porque no quiere venir a la escuela.
-Y ¿ por qué eres mala ?-le pregunté.
Encogiéndose de hombros, la pequeña contestó:
-una servidora no lo sabe. A lo mejor es porque estoy apuntada en la lista.
(Isabel Agüera Espejo-Saavedra, “Bolitas de anís”, tomado de “Orar con… Un pan para cada día”, Agustín Filgueira Pita: 25 de agosto)