“(…)
Y la mano de Dios también está en la muerte.
Sabedlo bien: la muerte no es el olvido súbito
de la mano de Dios, por negligencia
que nos deja caer en los abismos
al quedar separados de su fuente de ser.
Eso no está en su amor.
Ved la muerte; mirad cómo Dios nos la endulza
y nos lleva hacia ella de la mano,
cómo nos la prepara antes, igual que un lecho…
Ni aun esos que tropiezan con una muerte fuera
estaban ese instante dejados de su mano…”
(José Mª Valverde, “Hombre de Dios”, recogido por M. Casado en “Cantaré tus alabanzas”)