No hace mucho corría por internet el rumor de que KFC había tenido que eliminar de su nombre la palabra chicken porque en realidad lo que vendían no era pollo, sino algo creado genéticamente. Circularon incluso algunas fotos sorprendentes.
Los alimentos son a menudo víctimas de mitos urbanos: Las hamburguesas MacDonald’s en realidad están hechas de lombrices, en los restaurantes chinos sirven carne de perro y en las latas de paté de tal marca aparecen cucarachas.
Estas leyendas se nutren de que en realidad a veces sí que saltan noticias escandalosas a los periódicos, como aquella del pastel de Ikea en cuyo análisis encontraron excrementos humanos, pero quiero pensar que en Europa al menos hay un férreo control de las medidas de seguridad e higiene alimentaria, ¿o no? Mi leyenda urbana favorita de comida proviene de mi infancia, en el colegio se extendió el rumor de que si mezclabas Coca-Cola con aspirina salía droga.
Así, en hiperónimo: «droga». Droga no sé, pero seguro que es una mezcla explosiva para el estómago.